Desde que el blog empezó a “agarrar vuelo”, he ido a varias
radios a dar entrevistas, también me han entrevistado en revistas y diarios.
Pero a la tele le había estado haciendo el quite, a pesar de haber recibido
varias invitaciones, de varios canales. Sólo de pensar en mí misma, con mis 15
kg de sobrepeso, más los 5-7 kg que “agrega la tele”, más mi voz gorda, mi
pestañeo incesante, mi falta de ropa adecuada, mis manos sin uñas decentes, y
un sinfín de problemas de esa calaña, me daba un soponcio máximo.
Sin embargo, ahora que salió el libro, lo que significa algo
de “ingresos” para mí, tuve que vencer mi pudor televisivo, y partí hace un par
de semanas a grabar un programa. Del cable, al menos. No tanta exposición. Mi
lógica fue “qué tanta gente puede ver ese programa”. Así y todo me era un poco
terrorífico. Después de un arduo pensamiento, me puse algo neutro, una
polera/blusa negra q disimula mis rollos, una pollera (no falda, ok?) negra con
unas pocas flores, no tan corta, etc. Fue tan apurado que no alcancé a “hacerme
las uñas”, y sólo pude arreglarme las cejas myself.
Llego al “canal”, y me hacen pasar a la sala de maquillaje.
Les reconozco que me sentí muy importantona, esto de sentarse y que te pongan
esos pañuelitos al borde de la blusa para no mancharte. So famous. Me tenía
sumamente nerviosa el hecho que me dijeron que llegara sólo 15 minutos antes de
empezar a grabar. 15 minutos! En la peluquería jamás me he demorado menos de 1
hora. Pero bueno, la maquilladora y peinadora, SECAS, efectivamente a las 7 en
punto me tuvieron lista, no sé cómo. Y de ahí a esperar. Yo tratando de
conversarles a las niñas, mega huasa les preguntaba todo. Y de repente aparece
un famoso. El señor del tiempo. Ja Ja Ja. Fue lo más famoso que vi. Ah, y
después cuando estuve lista y me “llamaron”, en unos minutos q esperé en el pasillo
apareció un séquito de gente y sentía como la gente murmuraba, y bueno, después
supe que era Ismael Serrano. Lo deduje sólo porque tenía una guitarra y porque
antes habían comentado que estaba. Súper culta yo. OK NOT.
Después aparece un tipo, productor o quién sabe el nombre,
porque en este mundo de los medios hay un sinfín de personajes que tienen
tareas muy específicas y uno nunca sabe quién es quién. Como sea, este tipo
procedió al ítem poner el micrófono, y una cajita que se pone en la espalda. El
pobre me pedía perdón cada 2 segundos porque en el fondo la cajita esa queda
como casi en el poto, entonces era un poco peligrosa la maniobra de instalarla.
Lo mismo del micrófono, tenía que pasarlo por debajo de la blusa (eso lo hice
yo, obvio), y después engancharlo como en el “escote”. Eso fue un poco tenso.
Más encima me pide que me enrrolle más mi collar (de bisutería, pero herencia
de mi abuela igual) para que no choque con el micrófono. Eso me estresó más
porque ya no tenía espejo para revisarme y según yo, el collar con 3 vueltas
iba a hacerme ver con un cuello gordo. Más gordo aún. Pero no me quedaba otra.
De ahí al estudio. Era el mismo del noticiario (o
noticiero?) central, pero por un lado. Menos mal había poca gente y menos mal
no hacía calor, porque yo soy tremendamente transpirosa. Había otra serie de
personajes, una niña que después me dijeron que se llama algo como “encargada
de sala” o “encargada de piso”, que es la que le da las instrucciones al
conductor. Unos camarógrafos, y en la entrada, un tipo bien destartalado,
entradito en carnes, con su correspondiente identificación colgada al cuello,
pero que nunca supe qué hacía. La única pista eran unos vasos de agua que había
en la mesa donde él apoyaba su codo. Sería el aguatero? Existirá ese concepto?
En cualquier caso a mí no me ofrecieron agua ni nada por el estilo.
En algún punto empezó el programa, que era como una
entrevista. Me tenía nerviosa qué hacer con mis piernas, si las cruzaba hacia
el lado de las cámaras, se me iba a engordar la pantorrilla, si las cruzaba
para el otro lado, se me iba a ver “mucha pierna”. Si las dejaba juntitas bien
lady, estaba incómoda. Al menos estaba sentada bien derechita por esa cajita
del micrófono que no me dejaba “echarme”. Igual sé que de repente me rasqué la
nariz, o la cara, seguramente hice gestos raros, y además de todo, y esto es lo
peor, hablé como siempre: o sea mucho. Nunca he tenido capacidad de síntesis, y
en estos programas cortitos hay que saber resumir. Pues bien. No lo logré.
Igual no fue tan atroz, no tuve voz de nerviosa ni nada de eso. Pero sentía esa
maldita cámara apuntando mi perfil, que es lo que más odio en la vida: mi
perfil sin pera y con mi mega nariz y mis mofletitas.
El programa salió el viernes (19), pero no lo vi, y el sábado
(20) mi marido estaba haciendo zapping y de repente vi una cara “conocida”: YO.
Y ahí lo estuvimos viendo, yo con ojos entrecerrados porque me daba como monos.
Pero después de todo no fue tan atroz. Gordita sí, pero no una gorda macabra,
una gordita amorosa. Mi voz gorda, un poco menos gorda de lo que pensaba. El
estuco era tanto que no se me veía ninguna imperfección en la cara. Y mis
gestos de manos me hacían parecer súper profesional. La capacidad de síntesis
nula, lo que confirmó mi teoría. Al menos ya sobreviví. Ahora vamos a ver qué
pasa si alguna vez tengo que ir a la televisión abierta!
pd: después de este programa fui a un "Late", después contaré esa experiencia.
pd2: aparentemente la otra semana voy a un matinal. De terror.
Yo, muy profesional (si oh)