Cuicoterapia

Cuicoterapia

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El Redset

(Entrada Comunidad Ecológica de Peñalolén)

Aunque parezca difícil de creer, hay una facción (menor) del cuiquerío que es “roja”. No demócrata cristianos ni nada de eso intermedio. Lisa y llanamente ROJOS. Probablemente militaron en el MIR o el MAPU o alguno de esos movimientos de izquierda que eran para más cuicos. Son 100% de izquierda. Al menos en términos políticos. Estos son los "red set", "izquierda caviar" (que viene del francés, "gauche caviar") o "whiskierda".

Pero son cuicos. El redset no vive en cualquier lado. Al redset le gusta la naturaleza, la tranquilidad, el aislamiento, los espacios grandes. Tienen algunos reductos muy marcados: El Arrayán, La Reina (cerca del "Country", casas Castillo Velasco, que son como las Ley Pereira para los cuicos progre), Peñalolén (Comunidad Ecológica) y La Florida alta (Lo Cañas) y el Cajón del Maipo.

El redset, por definición, rechaza la “pulcritud”. Por eso nunca jamás usan terno (si llegaran a usar, por alguna razón muy especial, nunca va a ser un terno tradicional con camisa de color tradicional y corbata de color tradicional o zapatos tradicionales). Al redset le gusta ser chascón. Siempre tienen barba. El pelo un poco largo los hombres, un poco desordenado. Las mujeres siempre se ven un poco chasconas. No se tiñen el pelo, por lo que es muy común ver mujeres del redset de menos de 50 (o 40!) con el pelo blanco. Largo, ruliento, blanco. Un clásico. Las mujeres no se arreglan mucho, siempre a cara lavada, las uñas sin pintar. No es que sean descuidadas, pero son “tonteras” para ellas. Usan vestidos o polleras largas, una cosa media hippie. La cuica redset no se preocupa de combinar la ropa, para ella lo más importante es lo natural del material y la comodidad.Compran ropa en sus viajes o se las mandan a hacer. Un referente del redset es María Inés Solimano, que hace vestidos de novia o cualquier tipo de vestidos especialmente pensados para el redset, tejidos a palillos por unas artesanas de Tongoy.  En el fondo el redset es una suerte de neo-hippie (ya sabemos que los hippies originales de USA eran cuicos rebeldes. Estos son como esos).

Sus casas siempre son bien “choras”. Una arquitectura extraña, mucho ladrillo o viga a la vista, piso batuco, seguramente los que han construido hace poco contrataron a Sergio Andrade (arquitecto conocido por el redset, aunque algunos no tan “red” también lo han contratado, supe). Están llenas de adornos y cosas raras. Obvio que los sofá del living van a tener alguna manta de alpaca o similar, traída de San Pedro de Atacama o de Cusco. La decoración tiene harto cachivache, pero no cualquiera, sino cosas entretenidas, antigüedades, objetos recolectados en algún paseo por el sur (comprado a algún artesano local), cosas traídas de sus viajes por el mundo. Las cocinas siempre son medias “campestres”. Cerámica azul y piso rojo, con muebles de madera. O tal vez cerámica celeste y piso blanco con negro. Las ollas colgando del techo. Un caos estudiado. Porque son cuicos finalmente, son “desarreglados”, pero no sacrifican calidad. Cuidadosamente “desastrosos”, se podría decir. Parecen descuidados, pero todo está pensado así, no es casual que sus casas sean así, con grandes jardines, pero jamás cuidados tipo “palacio de Versalles”. Todo lo contrario, mucho árbol nativo, plantas del sector, poco pasto, más bien algo más boscoso. Obviamente tienen su propia huerta, el “autocultivo” como le llaman algunos (ya sabemos qué tipo de planta se podría encontrar ahí), todo muy orgánico, nada de fertilizantes artificiales.

Siempre tienen grandes bibliotecas, porque son muy cultos y lectores. Les interesa mucho la literatura. Pero no es que uno se vaya a encontrar con un libro de Pilar Sordo. Jamás. Son cosas elevadas: autores franceses (les mata “La France”) como Foucault o Bourdieu, alemanes de la escuela de Frankfurt como Marcuse o Habermas, o quién sabe qué escritores que el resto de los mortales ni siquiera hemos escuchado nombrar (autores ingleses no, porque tienen teorías muy “liberales”). Por supuesto después los citan en sus reuniones sociales. Para el redset es fundamental demostrar sus conocimientos en sociedad. Es muy difícil (imposible) contradecirlos, porque siempre van a sacar a relucir algún autor que tiene alguna teoría que avala lo que está diciendo.

La cultura es fundamental para ellos, ser doctos, ilustrados. Estudian mucho, generalmente tienen postgrados (ojalá doctorados), en el extranjero, obvio. Saben de muchas cosas, y generalmente se dedican a temas ecológicos, medioambientales, políticas públicas o cualquier cosa que pueda ser un “aporte” para la sociedad y donde puedan poner en práctica sus múltiples conocimientos.

Al redset se le puede encontrar en el Sátira (en la Plaza San Enrique) que curiosamente tiene de decoración una biblioteca con libros. A los del lado sur les gusta el Kahuín (ex-Pub La Rosa, con música en vivo de Santiago del Nuevo Extremo, Quilapayún, Manuel García y otros de ese estilo. El bar The Clinic y el Liguria, aunque son bien taquilleros, igual son redset-friendly. Obvio que van a La Piojera y El Hoyo. También salen a comer rico, a La Petite France, el Baco o al Rívoli. 
Al redset le gusta tomar vino. Vinos buenos, obvio. O bajativos. Tal vez un buen whisky, tal vez algún licor hecho artesanalmente por ellos mismos o algún vecino o conocido, usando productos de su huerta. Son redset, ¡pero les gusta lo bueno!

La vida del redset es muy “european style”. De hecho conocen Europa como la palma de su mano. Ya sea porque los exiliaron o se “fueron” para la dictadura, ya sea porque fue a estudiar afuera algún doctorado, ya sea porque se va de viaje no más. Al redset le mata Europa, pero la Europa culta, nada de ir a la Torre Eiffel, ni al Louvre (seguro que los conocen, pero no hablan de eso). Obviamente conocen museos especiales dedicados quizás a la vida y obra de alguno de los autores que les gustan, restoranes especiales (nada de baratos, obvio), cafecitos especiales. Tienen una particular afición por Europa del Este (bah, q raro) y conocen los lugares más recónditos, siempre que tengan alguna huella cultural importante.

Por supuesto el redset desprecia el capitalismo, los malls son una tortura para ellos (es muy poco probable que vayan a uno). Jamás ponen un pie en La Dehesa, que es como el infierno en la tierra para los redset. Ellos están por el comercio justo, por la huerta orgánica, por la vida sana, la vida de barrio. Igual tienen sus ricos autos, 4X4, Volvo, nunca Mercedes o BMW eso sí. Pero les matan los autos. 

Si hacen deporte, es del tipo andinismo, escalada libre, o cosas así medias extremas, medias “wild”. No tienen problema en experimentar cosas diferentes, salir de la rutina, vivir emociones extremas.

Tienen una gran afición por las “etnias” también. Seguramente han ido a India, o tal vez a África, donde se empaparon de la cultura del país, y seguramente trajeron una máscara o una flauta o algún artilugio de esa cultura que exhiben orgullosamente en su living. La cultura latinoamericana también les llama poderosamente la atención, probablemente han visitado alguna “tribu” amazónica donde tal vez les dieron algún “elíxir” (a.k.a. droga) muy increíble que los hizo conectarse con la diosa madre de la tribu o han ido mochileando por todo Centroamérica, comiendo con los locales y durmiendo a la intemperie tal vez, como para entender la forma de vida de estas “personas”.

Al redset le gusta la playa, pero no cualquier playa. Tiene que tener ese toque “rústico”, ese toque “local”. Tongoy es un lugar muy de redset, tal vez Bahía Inglesa, o un recorrido por playas “vírgenes” del Norte. Por supuesto Tunquén, que es como el paraíso del redset. Casas no muy cerca entre ellas, con buena vista, poca modernidad, todo muy rural y agreste, donde pueden desconectarse y tener largas tertulias con sus congéneres. A otros les gusta Cartagena o Las Cruces, algo bien popular, obvio, pero no es que vayan a la playa a juntarse con el “rasquerío”, sino que van durante el año y ahí dan rienda suelta a sus escritos, pensamientos y lectura. También les gusta el sur bien sur. Tipo carretera austral, puede que hagan un viaje para ir a pescar o a pensar o a buscar tal vez una planta especial para hacer algún licor o palos para construir una cava, algo bien rebuscado.


A los hijos obviamente los meten en colegios como el Altamira, Latino(americano) Cordillera, La Girouette, Alianza Francesa, y algunos Waldorf como el Giordano Bruno o el Rudolf Steiner (favorito de los de la Comunidad Ecológica de Peñalolén). En estps colegios el uso de uniforme es bastante limitado (qué tercermundista y facho uniformarse) y tienen sistemas educativos más acorde a sus creencias, no tan estructurados ni con tanto horario ni cosa capitalista. Se permiten pelos de colores, piercing, tatuajes, cualquier tipo de "expresión" que necesite tener el adolescente. Lo importante es no restringirlos para no limitar su creatividad y potencial de desarrollo.

Lo curioso, o no tan curioso, es que al final siempre se aglutinan entre ellos, eligen los mismos barrios, los mismos colegios para los hijos, los mismos lugares de veraneo. Como todos los cuicos, se mueven en masa dentro de su submundo, por mucho que les guste la naturaleza y desprecien a los otros cuicos “capitalistas”, finalmente usan la misma lógica que los otros cuicos: se juntan entre ellos, tienen sus propios códigos y se detectan a kilómetros de distancia. Cuico redset será, pero el cuiquerío no se lo quita nadie. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

El cuico político


El cuico político no se refiere necesariamente a los actuales políticos tipo senadores, diputados o alcaldes (aunque también hay), sino al cuico ese con “vocación de servicio público”, ese que trabajó en el Gobierno…pero en el de Piñera. Ese que trabaja en el Libertad y Desarrollo, o en el CEP, o en algún otro Think Tank.

El cuico político se gesta en muchos casos en el colegio: el clásico(a) que participa o es Presidente del Centro de Alumnos, que participa en todo tipo de actividades extra programáticas (sociales sobre todo) del colegio. Después entran a la universidad y seguramente entran al Centro de Alumnos, o a la FEUC (la mayoría son de la Católica, convengamos), organizan los trabajos de invierno, seguramente hicieron clases en INFOCAP…y por supuesto, su salto definitivo al mundo político, el TECHO. El Techo es como el semillero de cuico político, ese cuico solidario con vocación de servicio “real”, el que quiere cambiar la política, que no está por el poder, sino por una real preocupación por el prójimo. Probablemente muchos también pasaron por la Fundación Jaime Guzmán, donde se hicieron de buenos “contactos” y tuvieron su adecuado entrenamiento político.

El cuico político es bueno para estudiar, seguro va a hacer algún diplomado o magíster en políticas públicas (donde se encuentra con los abajistas o los progre), o en medioambiente, o en administración pública, lo que sea. Pero tiene que estar siempre al día, siempre informado. Es muy común que el cuico político haga clases en alguna universidad, porque su vocación de servicio también se extiende a “formar a los más jóvenes”.

El cuico político siempre quiere hablar de temas “interesantes”, de temas contingentes, polémicos. Es de esa gente que lee el cuerpo C de El Mercurio de adelante para atrás (y no de atrás para adelante como hace la mayoría de los mortales que prefieren leer primero la parte de espectáculos y se saltan la política). Se saben los nombres de todos los diputados, senadores, intendentes, probablemente conocen a muchos, y por supuesto hablan de ellos por su nombre de pila: “el otro día estuve con Jovino” o “con el Mumo (Edmundo Eluchans)”, o peor todavía, con “el alemán (José Antonio Kast)”, como para demostrar que él es cercano a ellos, y a la vez asumiendo que todos saben de quién están hablando. De hecho también hablan de los grandes empresarios por su nombre de pila “Sven (von Appen)”, “Andrónico (Luksic)”, porque obviamente también los conocen (¡de dónde sacan la plata para sus campañas sino!).

El cuico político, en cualquier reunión social, se va a asegurar que todos sepan en qué trabaja, y generalmente no se despega de su celular, porque siempre va a estar recibiendo información importante, y es probable que haga algún comentario del tipo “uh quedó la cagada entre Girardi y Moreira”, obviamente algo que no se ha sabido públicamente, como para demostrar que tiene información privilegiada y como si fuera lo más importante de ese momento (aunque esté en un asado donde estén hablando de algo cotidiano, como los niños o el fútbol y su comentario sea una interrupción).

El cuico político tiende a mirar con un poco de desdén a sus amigos cuicos no-políticos, los encuentra un poco ignorantes, poco informados, y probablemente les diga “es que no cacho qué hacen uds., los abogados comerciales” (reemplace abogados comerciales por cualquier profesión y cargo que no sea político: product manager, analista financiero, lo que sea). Como que para ellos no hay nada más importante y valioso que el quehacer nacional actual. Y sufren si alguien no entiende o no está al tanto de las últimas novedades políticas. Y además le encanta discutir, entonces no pierde oportunidad para enfrascarse (y enfrascar a todos a su alrededor) en acaloradísimas discusiones de la contingencia política, por supuesto demostrando su superioridad en cuanto a los conocimientos y opiniones que tiene al respecto (aunque no las tenga, las va a inventar).

El cuico político, como todos los cuicos, tiene ese afán de ser cercano a la gente “humilde”. En el caso del cuico político es más patente, porque por definición tienen que abrazar y besuquear a todo tipo de gente, entonces nada mejor para ellos que contar que la Junta de Vecinos de Conchalí les hizo un desayuno (aunque íntimamente comenten: “con esas tortas de crema asquerosas”) o que fueron a una feria en Pedro Aguirre Cerda. Les encanta “tener calle”, saber los nombres de los barrios humildes, conocer al “Chile real”. Demostrar que ellos son “de terreno” y no es que se anden llenando la boca. Ojalá poder contar que comieron una sopaipilla de carrito o cosas que el resto de los cuicos encuentra “asquerosas” (y probablemente ellos también), sólo para demostrar su real vocación.

El cuico político es – en su grandísima mayoría – de derecha, y vuelca toda su ira cuica en sus rivales políticos (la concertación, o la Nueva Mayoría (Nueva Pillería, como obviamente le dicen)). Son todos unos “rotos”, con cara de picantes, que no le han ganado a nadie, ordinarios, mala clase, ladrones, corruptos, etc. La izquierda es la encarnación del mal. Nada bueno sale de ellos, ninguno salva. El cuico político es bien polar en su pensamiento. La derecha es incomprendida, la izquierda es mala. No hay mucho más que eso. Y “la gente no entiende”, “el pensamiento de derecha es más difícil de entender”. Nunca van a dar su brazo a torcer. Nunca (bueno, esto corre para los otros políticos también).

El cuico político de verdad sufre con el gobierno actual, sufre a un nivel mucho más profundo de lo que sufre cualquier otra persona no política (que no esté de acuerdo con el gobierno actual). Para él/ella es una angustia constante ver cómo las cosas no se están haciendo “bien” (para sus parámetros obviamente), y a la vez una satisfacción secreta cuando los números objetivos validan su pensamiento: la desaceleración de la economía o el aumento del desempleo en el fondo fondo tiene al cuico político saltando en una pata. Nada mejor que ver en desgracia a sus enemigos.


El cuico político obviamente tiene su vida, va de veraneo y hace un montón de cosas al igual que el resto de los cuicos, pero pasa a ser irrelevante porque el cuico político está definido por su “pasión” por la política, por su pasión por el “bienestar” del país, por defender a los suyos (derecha) y odiar a los otros. El resto pasa a segundo plano. Puede que tengan familia, puede que vayan a la playa, muchas cosas. Pero su sello es su “vocación de servicio público”. El resto es música.